Puerto Rico no es Venezuela

Puerto Rico no es Venezuela -por Jennifer Barreto-Leyva-

He escuchado esa frase que hoy titula mi columna de esta semana no menos de un centenar de veces.

Y cada día me duele más escucharla.

No haber nacido en Puerto Rico, a pesar de que en mi ADN y en mi historia familiar tengo tatuada la monoestrellada, no hace mi angustia menor, no hace más pequeño mi dolor.

Recuerdo hace 24 años atrás, cuando los cubanos muertos de pánico, nos advertían de Hugo Chávez, nos contaban las historias de terror que habían tenido que vivir gracias a la revolución. Mismas historias que vivieron y tuvieron de cerca mis abuelos, cuando incontables veces, recibieron y auxiliaron en Puerto Rico a cubanos escapando del infierno que creó Fidel Castro. Infierno que va rumbo a su 70 aniversario, con una lista de muertos, torturados, presos políticos, familias rotas que es imposible llevarle su contabilidad.

Sin embargo, y aún con testimonios frescos, fuimos ingenuamente soberbios.

“Eso no nos va a pasar a nosotros. Tenemos petróleo. Cuba no es Venezuela” repetían unos cuantos, uno y otra vez. ¿Le suena a usted familiar?

Y aunque yo personalmente nunca voté por el chavismo, mucho menos lo apoyé, esta es de las ocasiones donde generalizar, aunque es terrible, es de la misma forma obligatorio, por aquello de las reglas de ortografía y de redacción.

El país, su profunda crisis política, más de 40 años de corrupción crearon un monstruo, que terminó perfilándose en Cuba para ser el artífice y ejecutor de una nueva era para la región, que tendría como protagonista y eje central a mi país de nacimiento y que va a la milla cubriendo el lugar donde me crié, Puerto Rico.

Una tragedia de proporciones épicas que, en honor a la verdad, no sé si esté lista para enfrentar. El dolor y las consecuencias de vivir la que el padre de la criatura llamó “la revolución bonita”, pesa demasiado, arde profundamente, duele para siempre...

Argentina tampoco era Venezuela, ni Bolivia, ni Chile, y acelerando la lista en tiempos, tampoco lo era Colombia, donde las risas burlonas con superioridad moral y chistes sobre las hambrunas que vivimos ya bajaron considerablemente en decibeles, y empieza a escucharse con más fuerza e ira, los reclamos y los lamentos que se pudieron evitar, exclamando: “¿Cómo se me ocurrió votar por este señor?”.

Mi postura y mis gestas, me ha costado literalmente todo.

Gente cercana a mí en la isla que ya no me habla. Puertas que empiezan a cerrarse, caminos que empiezan a estrecharse. Algo que sabría podría suceder, sin embargo, verlo materializado son otros 20 pesos.

Aun así, sigo. Mi objetivo está claro, que de mi parte no quede para que puedan tomarse medidas y Puerto Rico no repita ni por asomo, la historia de Venezuela.

Puede usted burlarse, puede usted gritar, puede usted buscarse las excusas más dementes para quebrar mi voz y argumentos y creer que con eso gana (como si esto se tratara de una competencia) pero en su fuero interno, o dicho en arroz y habichuelas, cuando usted esté solo, haga un ejercicio de profunda sinceridad, sin apasionamientos, compare los hechos, estudie la historia y ubique en su mesa las referencias.

La verdad, aunque duela, aunque moleste y desagrade, es la verdad.

La izquierda se presentó con nuevos rostros, capitalizó la profunda crisis de la isla, presentó ideologías vestidas con trajes nuevos en formato de supuestas nuevas propuestas, que escondían el hedor de su naturaleza.

La desesperación y el hastío, nueva vez hicieron de las suyas, y se repitió a cabalidad la historia de todos estos países vestidos ideológicamente de rojo.

Era inevitable y ellos, todos y cada uno de los que lo promueven, lo saben.

Ya no ocultan lo que por años han venido gestando en las sombras.

Abiertamente ya se pasean por nuestra tierra, con banderas comunistas y manifestos perversos socialistas, arropados por una comunidad de medios y periodistas acomodaticia, complaciente y profundamente intervenida. Con machete en mano al mejor estilo del dictador Manuel Noriega, como si se tratara de algo honorable. ¡Cuánta ignorancia junta!

Promueven ideologías que la historia ha demostrado una y otra vez que no funcionan, no son posibles, que simplemente no sirven. Entonces ¿Qué le hace pensar a usted que esta vez sí servirá?

Regodearse cual nene chiquito con aquello de “Puerto Rico no es Venezuela” es infantil, poco producente, para nada inteligente y constructivo. Pero si eso le trae alegría, pues, siga cada quien en su viaje de autoengaño.

Lo malo sí le advierto, que esa alegría no es de larga duración, y cuando lleguen las lágrimas, será lo único que conozca.

Si algo es cierto como el sol que nos arropa a todos, que el tiempo termina poniendo todo en su sitio, como lo ha hecho con todo y todos una y otra vez.

Ciertamente, Puerto Rico no es Venezuela, pero el socialismo es socialismo, el comunismo es comunismo, donde los pongan, como los llamen y donde los propongan para adoctrinar, y para lo único que han servido, es para convertirse en la fábrica de pobreza y muerte más efectiva de la historia del mundo.

Está de su parte escuchar a quienes lo vivimos en carne propia y advertimos, o a los charlatanes que le prometen felicidad eterna entre plenas, coquitos y lechones, con proyectos políticos trasnochados que a la fecha tienen en su haber un saldo más que lamentable de 200 millones de muertos a nivel mundial –y contando- entre otras menudencias.

Puerto Rico, tierra mía ¡cómo me dueles!

¡Hasta la próxima!

Jennifer Barreto-Leyva

Es abogada, periodista, escritora, nacida en Venezuela, criada en Puerto Rico. Activista pro-vida. Ex-corresponsal de Fox News. Presidente del Club de los viernes capítulo Venezuela, coordinadora general de Mujeres en libertad, conductora y productora ejecutiva de los programas Política en faldas, Politics in skirts, The Talk y The JBL show. Miembro de la mesa editorial del Republican National Hispanic Assembly. Embajadora de Venezuela en Britts Global Organization ante las Naciones Unidas. Conductora de TV y radio. Analista política en CTV Barranquilla y en  y Oasis 1210 AM. Columnista de opinión. Presidente de The Ladies Coalition.

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