Entre sapos te veas
Entre sapos te veas por Jennifer Barreto-Leyva-
Un sistema estalinista cobra fuerza sigilosamente en nuestra isla, mientras un grueso número distraído, inmerso aplaude templetes populistas subdesarrollados y actuaciones desesperadas, en el ya acostumbrado circo dominantemente bipartidista que se activa cuando es época de elecciones en Puerto Rico.
En Cuba les llaman chivatones, en Venezuela les llaman sapos o brujas, y no son otra cosa que los ciudadanos informantes al régimen del caso, de las actividades prohibidas que realizan sus vecinos.
Si en Cuba usted tiene un cantito de carne de más de lo permitido, o está llamando mucho por teléfono, por ejemplo, una comitiva, adoctrinada y en muchos casos pagada por el régimen de Castro, lo delatará a usted. Si en Venezuela usted se sale de la narrativa que impone el régimen o está pensando mucho por su cuenta, por ejemplo, su suerte será la misma.
Esto tiene como fin buscar simpatías y poder, para nada, porque tal y como esos alemanes que delataron a sus conciudadanos para ganar simpatías y tiempo con los nazis, terminaron muertos de las mismas formas y en los mismos lugares que esas personas a quienes delataron.
El socialismo que se apuesta de forma paulatina en la isla es oficialmente la gran entrada a todas las aberraciones que usted pueda imaginar, y las que no también.
Como no es eso suficiente, la agenda globalista termina de reventar la cuerda, desarticulando la familia, hipersexualizando a los menores de edad, entre las muchas cosas terribles que están sucediendo.
Todo lo que ocurre con esta agenda, a mi juicio muy personal, está además, quitando las caretas y disfraces de tanta gente falsa que tenemos a nuestro alrededor.
Consideraba inteligente y decente a muchos a los cuales sobre estimé. El tiempo es implacable con las falsedades.
No fueron pocos los que le exigieron –inclusive- a Pedro Pierluisi, que prolongara el encierro obligatorio, mientras los pequeños comercios morían, la gente enloquecía, se desesperaba y Puerto Rico se caía a cantos entre huracanes, ventarrones, inundaciones, charlatanes políticos y la larga lista de cosas que hemos tenido que enfrentar por contar lo más cercano, en estos recientes seis años. “Quédate en casa” ¿Lo recuerdan?
No fueron pocos los que llegaron a presionar y delatar a sus vecinos, amigos, compañeros de trabajo y familiares, cuando no tenían las máscaras obligatorias, lo propio con el veneno que hicieron pasar por vacunas. Lo hacían además, pletóricos y felices, creyendo que estaban conquistando un gran logro en ser unos vulgares chivatones, sapos o brujas.
Recuerdo aún con asombro, como alguien a quien consideraba amiga, pedía a gritos, que el medio El nuevo día me ha debido llamar la atención y han debido usar en mí los servicios de una agencia de fact checking, cuando escribí una columna de opinión, sobre las expresiones del Arzobispo de San Juan sobre Bad Bunny. Ella desconoce que lo sé, lo bueno es que lo sé, así como he visto el verdadero rostro y valores de muchos.
Quien es capaz de exigir le hagan a usted fact check, así mismo le sapearán cuando no se ponga vacunas o incumpla órdenes de la agenda globalista. Así es que funciona esto.
Esta semana, en un tono más personal, le pido a usted estimado lector con la mano en el corazón, que observe y filtre.
Algo que aprendemos tarde en la vida es que no todo el mundo merece estar en nuestros espacios. Con todo lo que está sucediendo, donde entre otras cosas se busca eliminar todo atisbo de privacidad y tener control total de la población, usted debe ser sumamente receloso de donde comparte sus datos, la información personal y de su familia que expone, a quien deja entrar a su hogar o conocer de su vida privada.
Los chivatones, sapos o brujas, no son simples bochincheros, puesto que su “trabajo” de informadores, le puede costar a usted, su honor, su empleo, su familia y hasta su vida. Tengo 24 años y contando viviendo en este sistema, créame cuando se lo digo.
Tristemente los chivatones, sapos o brujas los podemos tener hasta en la familia, y la historia así lo indica.
¡Hasta la próxima!
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