Creencias a conveniencia

Creencias a conveniencia por Jennifer Barreto-Leyva-

Confieso me ha costado mucho intentar escribir las palabras correctas en esta oportunidad, porque eso de celebrar la desgracia ajena, jamás será lo mío.

Sin embargo, es una oportunidad perfecta para educar y mostrarle a la gente el verdadero rostro del feminismo, ese que viste de verde y violeta a prisa nuestra isla.

Para nadie es un secreto la desagradable situación que está viviendo la senadora por Proyecto Dignidad, Joanne Rodríguez Veve. Una movida, que, por mis años de experiencia en la política, sigo creyendo firmemente que se hizo para quitarla del camino. En política nada es casual. Pero esos son otros 20 pesos, y que pudiéramos conversar en otra oportunidad.

Joanne y yo no somos amigas, de hecho, no la conozco ni siquiera en el plano digital, pero como mujer, me es inevitable no ponerme en sus zapatos y lamentar todo lo que vive. La gente ha sacado lo peor de sí, y vaya que se han despachado en ello.

Solo las mujeres sabemos los sin sabores de las cosas que nosotras vivimos, solo nosotras sabemos sin conocer a otra mujer como pudiera estarse sintiendo en equis momento. Es parte de nuestra maravillosa esencia que nos hace conectar de inmediato con nuestras pares, algo difícil de explicar, y que gracias al feminismo también se está perdiendo.

Como no es suficiente toda la situación, los íconos feministas de la isla, han hecho un despliegue extraordinario de inmundicia humana. Echándole carbón y gasoil a manos llenas, al incendio personal que protagoniza la senadora.

Han mostrado lo bajo, rastrero, resentido y nefasto que es ese feminismo que ellas representan. Justifican de maneras absurdas su odio contra Rodríguez Veve por sus gestas contra las abominaciones que ellas defienden.

Salivan de gusto haciendo postulados y análisis de la situación, justificando su miseria. Es un festín diabólico, propio para lo que ellas gestan y representan.

Lo que sigue es aún más triste. Mujeres aplaudiendo los desmanes y expresiones miserables de sus “ídolas”, diciendo frases como “Como ella se mete en mi útero, que aguante presión” “Como ella quiere dictar que pueden recibir mis hijos en la escuela, que bregue con todo lo que nos provoque hacerle o decirle”. Y solo comparto las frases menos indecentes, porque Dios sabe que leí cosas irrepetibles en las expresiones de la gente.

Entonces, a ver si estoy entendiendo bien. Como Rodríguez Veve ha batallado por proteger a nuestros niños no sean sexualizados ni ideologizados, y no se maten a nuestros hijos desde el vientre materno, entonces ¿es mala y hay que hacerle y decirle lo peor? Pero, por el contrario, a esas que promueven la sexualización de nuestros hijos, su asesinato en el vientre materno, entre otras menudencias, entonces a ella se les premia y aplaude ¿Es así la cosa?

Estamos mucho peor de lo que pensaba entonces...

Lo más triste, es que las “ídolas”, no solo cuentan con el aplauso de otras resentidas como ellas, sino que, en su verbo y accionar hediondo a odio, reclutan mujeres jóvenes, carentes de figuras maternas sanas o de figuras paternas amorosas y presentes. Les hacen creer que el libertinaje sexual y el maltratar a los hombres, es empoderamiento.

Promueven odio y agresiones de toda índole a toda mujer que no piense como ellas. Eso es el feminismo.

No puedo dejar atrás a tanto personaje ruin que hizo o distribuyó contenido relacionado con esta desagradable situación. La gente dice quién es no solo en como habla, sino en cómo se comporta, y aunque se hagan cosas en el anonimato, del ojo de Dios nada se escapa.

Esta es una situación de dos, en un contexto desconocido por todos, donde entre A y B, todos nosotros somos el resto del abecedario, es decir, no pintamos absolutamente nada.

Creo firmemente que hay muchas lecciones que aprender de aquí. Una de ellas, es que, para el feminismo, eres enemiga declarada desde el momento en que no concuerdas con el mínimo postulado o idea. Y eso te hace objetivo de odio y ataques de todos los tipos, donde hasta tu vida peligra. Y esto lo digo responsablemente, luego de haber convivido 30 años cerca de ese monstruo social.

Como ciudadanía, debemos hacer un ejercicio urgente de rescate humano y social. Si esto hubiera sucedido quizá hace 15 años atrás, la respuesta hubiera sido otra. Nos hemos degenerado y perdido como sociedad profundamente. Esto no es Puerto Rico.

Y finalmente, debe servir esto como una alerta gigantesca a madres y padres. Conversen son sus hijos, háganlos sentir amados, seguros, escuchados verdaderamente. Vivimos un momento complicadísimo, donde nuestros hijos están sirviendo de peones para todos los aborrecibles despropósitos del progresismo, y no, los hijos no se traen al mundo para eso.

El tiempo hará que todo se tome su cauce y que esto quede atrás, como todo, porque todo pasa por suerte y fortuna. Pero sí habría que preguntarse ¿Es este el país al que aspiramos?

Piénselo y tome acción sin esperar por terceros. Puerto Rico nos necesita y merece algo mejor.

¡Hasta la próxima!