La comunista, que no era comunista por Jennifer Barreto-Leyva-

La comunista, que no era comunista por Jennifer Barreto-Leyva-

 Bienvenido el 2023, año complicado y de grandes desafíos para las libertades.

 Quiero empezar mi columna con el relato que prometí en mis redes contar el año pasado, la historia de una “amiga” que era tan zurda como Marx.

 Tenía yo esta amiga, que al final demostró que nunca lo fue, era comunista y quiso hacerse la lista -como todos los comunistas- para querer mantenerse en mi entorno y disfrutar de mi apruebo y condescendencia, pero como era de esperarse, le salió mal, muy mal.

 Un buen día empezó a presumirme de que tenía una foto con el dictador Hugo Chávez, que se había tomado “por casualidad” gracias a una amiga que la coló supuestamente donde se encontraba ese individuo dando sus atorrantes y eternos discursos de siempre.

 Lo que la ciudadana comunista enclosetada aka mi “amiga” no contaba, era con el hecho de que tengo doctorado y PHD en comunismo y socialismo, como todos los que sobrevivimos a este horror, que lleva a la fecha más de cien millones de muertos y en mi caso, el agregado de mis grados académicos y profesiones.

 Al menos que estés bien posicionado, o como decimos coloquialmente en política, enchufado con alguien pesado y de confianza del dictador o tirano del caso, es absolutamente imposible que te permitan siquiera respirar cerca de esa persona. 

 Todos los primeros mandatarios de países tienen aros de seguridad, sin excepción, pero en caso de los dictadores y tiranos como buenos cobardes que siempre han sido históricamente, tienen aros de seguridad con especificidades y estructuras distintas, donde solo una reducida y selecta lista de personas de la confianza del dictador o tirano pueden tener acceso hasta cierto límite, dependiendo del aro hasta donde tenga permiso y acceso.

 En el caso de Hugo Chávez, eran hasta once aros de seguridad (dependiendo de la época) los expertos en el tema siempre lo calificaron como una de sus muchas excentricidades por la desconfiada y peculiar forma en que él se manejaba.

 Cuando increpé a la comunista, empezó a balbucear y a maquinar como sostenía la mentira de que todo había sido una “casualidad”. Eventualmente la mentada foto “se extravió" y al final el tema ni siquiera era mencionado.

 Para hacer el cuento largo corto, el tiempo como siempre habla y pone todo en su sitio, me demostró (y vaya de qué manera) que esta ciudadana no era trigo limpio.

 Toda esta anécdota me lleva a donde quiero ir en mi columna de esta semana.

 Los socialistas y comunistas tienen un patrón muy específico de comportamiento, lenguaje, valores, forma de vestir, personas a admirar o idolatrar, entre muchas otras cosas.

 Y no es algo que me estoy sacando de la manga porque no tengo mejor disparate que contar, esto es así y lo demuestran estudios de ciencias políticas, estudios de imagen, comunicación política (ComPol) entre otras ramas y áreas.

 En política puedes hacer las maromas que quieras, y pegar gritos iracundos de “dignidad”, pero eres los valores que profesas y las personas con las que te juntas. De ahí se explica usted el desfile de fotos, siempre tan ridículo e inútil, de que presumen los políticos y "activistas", especialmente en momentos álgidos.

 Si usted escucha hablar a una persona de justicia social, servicios o cosas gratis, de que el estado debe intervenir en equis circunstancia, si una persona tiene dificultad para condenar situaciones o establecer posiciones determinantes en ideología política, junto o por separadas todas estas posibilidades que acabo de mencionar, huya sin mirar atrás. Esa persona bien es comunista/socialista o sus creencias tienen gran influencia de cualquiera de estos dos sistemas, que, para los efectos, es lo mismo y causa el mismo daño.

 Las intenciones en apariencia pueden ser muy buenas, pero la historia ha demostrado que no hay tal cosa como comunista/socialista bueno. 

 Hechos y no palabras, no importa cuando usted lea esto.

 ¿El de las fotos? No es solamente el actual presidente de los Estados Unidos, presidente que ante mis ojos tiene el velo de la duda en cuanto a su legitimidad, debido a todo lo que ha ido viendo la luz y seguirá saliendo.

 Joe Biden es, además, el mismo que eliminó las sanciones al dictador Nicolás Maduro por crímenes de lesa humanidad, es el mismo que hizo gestas para la liberación de la espía puertorriqueña Ana Belén Montes, el mismo que tiene graves e infinitas acusaciones de abuso sexual y pedofilia, el mismo que recientemente tomó de bandera el hormonar y mutilar a los hijos de cada uno de nuestros hijos, porque según él, los “niños trans” deben y necesitan tener a su disposición todas las herramientas médicas para hacer cuantas transiciones necesiten para ser felices, mismo que lo obligó a usted al puyafest para “prevenir” el virus made in China, ese es el señor de las fotos.  Juzgue usted.

 Me despido por esta semana, no sin antes desearle a Puerto Rico mi pedazo de cielo, un 2023 próspero, lleno de salud, donde la ciudadanía despierte, se eduque y deje de ser pueblo para ser ciudadanos. Es un deber patrio y ciudadano defender la libertad y bienestar de nuestra isla, y el tiempo inclemente como siempre, no da para más.

 Amada patria mía, distante pero jamás ausente de ti.

 ¡Hasta la próxima!

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