LA AUSENCIA DE MI MADRE FUE LA RAZÓN DE MI AUSENCIA
El fallecimiento, un tanto repentino de mi señora madre, ha sido una experiencia profundamente estremecedora no solo para nosotros sus hijos sino para todos los que entraron en contacto con ella. Los que tuvieron esa oportunidad saben que amar a esa gran mujer es simplemente inevitable.
Su humildad era su mayor virtud, su inmenso amor y ardiente deseo por servir era su mejor carta de presentación, su gran corazon era su mejor herramienta de trabajo.
Mi madre dedicó sus 68 años de vida a servir, ayudar y dar amor a todo aquel que estuviese en necesidad. No tenía nada para ella porque todo era para ofrecerlo, darlo, regalarlo. Esa era mi madre.
Madre mía, excepcional mujer, gracias.