“Somos madres imperfectas”
“Somos madres imperfectas”
Fui madre a los 20 años, a los 21 ya tenía a mi 2da hija. Mi pareja, con quien me casé, me llevaba cerca de 10 años. Me embarazó contra mi voluntad, pues desde los 16 años fui víctima de su control, de su intenso maltrato emocional, mental y físico.
Así como muchas mujeres se embarazan para manipular y tratar de retener a un hombre, hay hombres que embarazan porque ven en un hijo, una especie de título de propiedad sobre la mujer y una forma de mantenerlas atadas “por siempre”.
Una locura y un infierno es lo que se vive con hombres lastimados desde su turbulenta infancia.
Aunque me casé con él, entre otras cosas, por miedo y vergüenza, el matrimonio fue peor que el noviazgo. Muchas veces quise salir corriendo y dejarlo todo atrás, pero decidí elaborar un plan para salvar mi vida y mi estabilidad y claro, la de mis hijos.
A los 24 años pude salir de ese tormento diario y convertirme en voz para las víctimas jóvenes de violencia doméstica a través de la UPR. Conté mi historia muchas veces y ayudé a otras madres jóvenes a salir de sus jaulas.
Estamos ante un caso triste y muy representativo de nuestra nefasta realidad social y familiar. Esta joven , bajo unas circunstancias extremas, tomó una decisión extrema que estoy segura no fue cosa fácil o voluntaria sino más bien, fue un acto desesperado de amor. Tenía un desahucio encima, está sola en la isla y no sabemos como está su salud mental o si padece de depresión posparto. En su desespero, llevó a su hija de 3 meses a la casa de la abuela paterna y la dejó allí.
Usted puede pensar que no es la mejor manera de hacer las cosas pero no podemos juzgar desde la comodidad. Tenemos que ser cuidadosos y sobre todo mostrar compasión y emaptía ante estos escenarios para nada placenteros y en exceso tristes.
La niña estaba bien cuidada, no hay señal alguna de maltrato, dijeron las “autoridades”. Es por esta razón que afirmo, sin temor a equevocarme, que lo peor que les ha pasado a ambas no fue lo que la madre hizo.
Lo peor que han podido vivir en su ya trágica y corta vida (de ambas) ha sido la maldita intervención de un Departamento de Familia profundamente corrupto, inmoral y mediocre y la de un Estado incuestionablemente incapaz, ineficiente y por ende, destructivo.
Una madre, aunque imperfecta, es irremplazable. Fomentemos la ayuda y la salud de la mujer, los hijos y también de los hombres para que sean mejores padres y guardemos el látigo del Código Penal o nuestros inhumanos juicios en casos como este.