Socialismo, una sentencia de muerte por Jennifer Barreto-Leyva
Nunca, ni en la peor de mis pesadillas, imaginé que mi país de nacimiento, que alguna vez se conocería como la Arabia Saudita de Latinoamérica, se convertiría en un cementerio que terminó apestándole a todos. Un cementerio que se compone de muertos, exiliados y aquellos que luchan por no morir. Una sincronía de dolores que no es apta para cualquiera.
Como si no fuera poco, mi país de crianza, repite sigilosamente la historia, poniendo en alerta a los que si entendemos lo que está sucediendo...
Este, es un sistema macabro que se vende con sus mejores rostros y palabras más dulces, con las artimañas más perversas vestidas de cantos de sirena, pero que verdaderamente es una suerte de paredón sin escapatoria, donde pierdes tu economía, tu país, tus amigos y familia y en última instancia tu vida.
Es un sistema que está diseñado para quebrarte las piernas y luego darte las muletas para que puedas caminar, pero no sin antes humillarte y forzarte a darles las gracias y si es públicamente mejor, por la "ayuda". Un sistema que quiebra a la familia, al ciudadano y finalmente al país.
Este, es un sistema que se ha probado incontables veces a lo largo de la historia, que no funciona y nada que aprendemos, porque la gente sigue cayendo generación tras generación en el. Es una máquina de pobreza interminable e inagotable; pobreza espiritual, emocional y económica finalmente.
Pero más allá de los ingenuos que creen en el socialismo como panacea de todos los males –buena parte de estos males y resentimientos anticapitalistas gestados con propaganda mediática, desinformación e ignorancia- los que más me hacen ruido y perturban son los que se ríen, porque literalmente se están burlando de 100 millones de muertos, divididos entre varios países y capítulos de la historia mundial. Se burlan del profundo dolor de países que se encuentran en la mengua, hambruna y abandono más exasperante que pueda usted imaginar, que ni a su peor enemigo se lo desearía.
Llegan a insultar con las expresiones soeces más bajas que jamás permitirían que a un hijo o hermana suya le proferirían. Se enceguecen defendiendo ideologías, políticos y sistemas que no solo son el epítome de la maldad, sino que no les importa en lo más mínimo su existencia. Se ponen literalmente de espalda al sentido común, a la humanidad y a la racionalidad, sin ninguna excusa, por ilógica que esta sea.
Son los próximos tontos de capirote que estos sistemas terminan triturando y eliminando, una vez que ya no les sean útiles. Alardean de su ignorancia ¡Vaya que son pobres!
Cuando un sobreviviente de estos sistemas de izquierda le advierta de la maldad tras estos, escuche, tome nota y actúe, sin esperar apoyos, terceros ni nada más.
Lo tildarán de loco, paranoico y hasta se reirán de usted, debo advertirle.
Lo importante es que actúe y no deje que el miedo ni las intimidaciones se apoderen de usted.
Una vez que el socialismo se despliega como un cáncer en un país, se pierde la libertad y no hay marcha atrás.
Solo me resta decir, como sobreviviente de 24 años –y contando- de comunismo y socialismo, que esos que hoy ríen y creen realmente que están en un trono burlándose de los plebeyos, llorarán desconsolados y vivirán con un profundo arrepentimiento por su muy equivocada posición.
Rían ahora, porque ya mañana no podrán... ¡Hasta la próxima!
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