Elizabeth Torres

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Que nuestro único verdor sea el de las montañas

Que nuestro único verdor sea el de las montañas - por Jennifer Barreto-Leyva-

Este ha sido el tema que de toda la agenda 2030 me ha costado más digerir y manejar: el aborto.

De la lista de objetivos de esta agenda, este es por lejos el más macabro entre todos, porque no se trata de cualquier vida, sino de la vida que se alberga en nuestros vientres, la de nuestros hijos.

De la nada, las más jóvenes empezaron a repetir como cotorras este mantra tan desvirtuado de “mi cuerpo, mi decisión”, falacia como pocas, porque al albergar otra vida, ya no es tu cuerpo, sino el cuerpo de tu hijo también, alegando de que matar a sus hijos, nuestros hijos, era un derecho. Un “derecho” que, según ellas y sus perversas mujeres referentes, las “empoderaba sobre sus cuerpos y les traería libertad”.

Sin embargo, a la par, saldría una casta valiente de jóvenes, inteligentes, articulados y decididos a luchar por la vida, desde todos los puntos de vista. Si me lo preguntan, la gran esperanza de nuestro Puerto Rico.

Junto a ellos, un grupo de mujeres que tímidamente da la cara contando desde el dolor, las penurias de haberse sometido a este procedimiento nefasto, arrepentidas, y mostrando una herida que por más que ha pasado el tiempo, no se cierra.

Lejos de traer libertad, por el contrario, crea una pesada cadena al cuello que se llevará toda la vida, porque no te convertirás en una mujer “libre y empoderada” sino en la madre de un bebé que tu decidiste quitarle la vida. ¿Suena duro? Sí, pero es la verdad y nada más que la verdad.

Esta ola verde fétida, que provoca desagrado de tan solo ver, confieso que me trajo muchos sentimientos mezclados.

Porque, dígame usted: ¿De dónde salen mujeres de nuestra tierra orgullosas de matar a sus hijos? Si nosotras tenemos fama de ser unas leonas cuando se trata de proteger a nuestras criaturas.

Insisto en preguntar ¿Cómo es posible que tanta gente se haya dejado manipular de esta forma para llegar a luchar por tener el poder de matar a otro ser humano? Un ser humano que por naturaleza debe proteger y defender.

Y las formas en que luchan por matar a sus hijos tan aborrecibles como el aborto mismo. Porque no somos pocas las activistas pro- vida que tenemos anécdotas que contar. A más de una nos han dicho textualmente: “Ojalá te violen, para ver si no vas a querer abortar”.

Si un bebé no puede ser protegido y estar a salvo en el sitio donde se supone debe estar más seguro, entonces ¿qué le queda?

Lo más triste es que, a pesar de los grandes y valiosos esfuerzos hechos por valientes mujeres en el senado puertorriqueño, me temo que las empleadas de Soros, terminarán saliéndose con la suya, haciendo valer y legitimar el asesinato de inocentes por decisión de sus madres, pasándolo como un derecho.

Una victoria verde a manos de sus cómplices, los grandes alcahuetes y responsables de la viabilidad del asesinato de seres inocentes, esos quienes desde posiciones claves, importantes y poderosas les facilitaron todo para que esto sea posible. Porque las cosas se deben decir de frente y llamar por su nombre.

El fin de mundo si no es este, se parece y mucho.

¡Hasta la próxima!

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