Elizabeth Torres

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La representación sí importa

La representación sí importa por Jennifer Barreto-Leyva-

El eslogan “representation matters” (la representación importa), fue un propósito tomado, secuestrado y manipulado por la izquierda, de un noble objetivo que surgió socialmente por los años 2000, donde explicaba la necesidad sana de que todos nos viéramos representados en medios de comunicación y publicidad.

Como todo lo que toca el progresismo, esto se volvió una puerta para justificar indecencias y hasta ahí llegó esta idea para mí, porque con el mal, no se cohabita ni se negocia.

Pero sí, ciertamente, todos necesitamos vernos reflejados en medios de comunicación, plataformas, publicidad y espacios. El podernos vernos reflejados y tener referentes en otros es importante como necesario, física, espiritual y emocionalmente, especialmente en edades más tempranas. No son pocos los estudios sociales y psicológicos que así lo suscriben.

Pero se enturbian para mí las cosas cuando me quieren vender como buenas, cosas que son malas, en un momento además tan delicado como este, con una agenda globalista caminando por el mundo sin pausa ni límites.

Los medios de comunicación son un brazo ejecutor excepcional de la ventana de Overton, esa teoría política que explica cómo nos normalizan aquello que no aceptaríamos jamás por lo bizarro, inmoral o antinatural de su esencia o constitución.

Para mí, como mujer conservadora, ha sido una lucha tremenda hacer vida en un mundo/industria donde la inmoralidad, el amiguismo, las aberraciones están a pedir de boca y se dan a la luz del día. Perdí la cuenta de proyectos, eventos, espacios donde he sido vetada por mis posturas tan verticales. Antes me hacía sentir mal, pero con el pasar del tiempo las cosas las veo con un lente más adulto y debo decir que me halaga que no me tomen en cuenta para circos ni burdeles mediáticos. No ha sido fácil, a la fecha, puesto que han sido 30 años de muchas y grandes batallas constantes que solo Dios y yo conocemos.

Lo que sucede actualmente en los medios locales como mundiales, no es otra cosa, que un gran destape de lo que muchos hemos bregado por años. Se imponen raitings, likes y viralidad antes que la responsabilidad social, la equidad, la decencia, la calidad, los valores.

Abiertamente le dan espacios y promoción a jovencitas que promueven las “bondades” del aborto, en nuestra TV local, las presentan con bombos y platillos, les cubren todos los eventos, les brindan voz. Voz, cobertura, espacios y complacencia que ni de casualidad tienen las plataformas pro-vida que hacen vida en nuestra isla, quienes con uñas y dientes luchan a diario para evitar más muertes, para educar, y desarticular tanta propaganda vergonzosa pagada a través de terceros, como expliqué hace unos meses en este, mi espacio.

Y que hablar de otros espacios, donde alcoholizan al invitado, enseñan a perrear a la audiencia, muestran las poses sexuales del “artista” de turno y le venden a la gente que el libertinaje y la desnudez son “empoderamiento femenino” o que la vulgaridad y el mal vivir son estilos de vida a imitar.

Ejemplos sobran. Usted los conoce y los consume. Gracias a la atención de la gente existen. Así es que funciona este negocio.

Pero sabe uno que se ha tocado fondo, cuando ya abiertamente en televisión nacional, alguien que se sienta a dar consejos de vida -algo tan delicado además- les vende a las mujeres en Puerto Rico con alegría plena, que ser amante de alguien es algo positivo o constructivo.

Si algo tiene la agenda globalista como propósito firme, es el desaparecer a la mujer del mapa, en el ínterin, desarticular a la familia, feminizar al hombre, y que las estructuras sociales y morales sean abolidas del todo. Por algo el nombre del plan es: el nuevo orden mundial.

Podrán reírse todo cuanto quieran y elegir desmoralizar a quienes estamos poniendo el pecho en esta dura batalla, pero en su fuero personal, cuando esté a solas con usted mismo, póngase a pensar de forma honesta, haga una lista de las cosas que hemos advertido versus las que se han cumplido.

La realidad es aplastante.

La banalización y satanización de la institución del matrimonio no es poca cosa, y viene a ser parte de la agenda feminista, donde han tenido la audacia de decirle a la mujer que ejercer la alienación parental es un deber como respuesta a paternidades irresponsables, una herramienta eficaz cuando inclusive sin motivos se quiere dañar al hombre de forma efectiva, que usar a los hombres de banco personal es una manera de buscar “válida revancha”, entre los muchos despropósitos que han colado en este lado de la acera.

Poco a poco los despropósitos del feminismo se cumplen, la falta de familia, la falta de resistencia y de voces de mujeres virtuosas desafortunadamente ha sido fundamental para ello.

Por eso, aunque se ha manoseado, aquello de que la representación importa, lo seguiré defendiendo, porque sí que importa. Y a las pruebas me remito.

Las mujeres virtuosas, ajenas e inocentes a este lodazal que unas pocas han creado, estamos pagando las consecuencias de ello y como duele. Solo Dios lo sabe...

Además del desprecio a la institución del matrimonio que es bastante irresponsable y nefasto ante mis ojos, de parte de esta colega presentadora de TV que ni me molestaré en nombrar, el mensaje tan delicado que de antaño le han vendido a la mujer vuelve a cobrar fuerza: quiérete y valórate tan poco, desprecia tanto al matrimonio, al punto de aceptar y ver normal el ser la amante, la concubina, la chilla de alguien.

Lo malo, jamás será bueno, no importa cuando usted lea esto. Paren el mundo, que me quiero bajar.

¡Hasta la próxima!

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