Elizabeth Torres

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Es la prensa, y eres tu

Es la prensa, y eres tu -por Jennifer Barreto-Leyva-

Durante –al menos- los pasados siete días, no ha habido en la isla otro tema de conversación que no sea el de una situación privada que se hizo pública, cumpliéndose el famoso dicho de “Pueblo chico, infierno grande”.

Blogs, podcasts, programas de radio, tv, prensa escrita, redes sociales y bochincheros de oficio, todos se sumaron a la ola de cavar más y más hondo en el hoyo del tema en cuestión, cada uno con su nefasto aporte personal.

Un tema de índole privada, que terminó bastante cerca a tema de estado.

En el ínterin, hubo suicidios, siguen personas extraviadas, hay que poner atención en las infraestructuras de carreteras en toda la isla, escases importante de médicos, la crisis con el tema de la luz, leyes que son un absurdo como propuesta, hay descontento en general en la ciudadanía porque la economía familiar esta cada mes más mermada, hay un problema grave con la salud mental de la ciudadanía, cada vez más reportes de violencia doméstica y pudiera seguir nombrando algunas cuantas cosas más, de donde jamás se me podría escapar u olvidar la profunda crisis moral en la clase política de Puerto Rico. Y por supuesto, la agenda globalista en paralelo.

Es decir, de tantos y tan importantes temas, la prensa en su totalidad, escoge dar importancia a un asunto de índole privado, que en lo absoluto aporta nada, y que se volvió público, tan solo porque la protagonista de la historia tiene muchos seguidores en redes sociales.

¿Comenzamos a ver la génesis del problema?

Hay en efecto un problema de desbalance grave en la prensa en cuanto a su corte editorial, sin embargo, y sin justificar en lo absoluto el problema de los medios, hay una ecuación importante a destacar aquí: los medios, vienen de empresas o empresarios, éstos deben generar dividendos o ganancias, con ello pagar renta, empleados, impuestos y los gastos relacionados a la empresa, más la ganancia neta que les queda a ellos, lo normal en un negocio de carácter privado, por ello, esos temas donde se genere más raiting, lecturas, clicks o

seguidores, por supuesto serán explotados hasta el hartazgo. El problema aquí no es solo la prensa.

En repetidas oportunidades, me han preguntado: ¿Licenciada por qué no la vemos haciendo vida en medios locales en lugar de escribir en el website de Elizabeth Torres?

A lo cual respondo con otra pregunta: ¿Qué medio tendría interés en tenerme como columnista, host de un programa o analista política? Soy una mujer de derecha, conservadora, estadista y antiglobalista. ¿Qué más quisiera yo que poder hacer vida en medios locales? Solo Dios sabe el inmenso honor que sería para mí.

Las plazas están todas ocupadas con las personas que cada medio entiende que se ajustan al perfil del corte editorial que tienen como empresa. Es así como se maneja este particular tema.

El lado bueno de todo esto, es que empiezan tímidamente a surgir medios de corte conservador, más exigentes en sus propuestas, donde podrán hacer vida profesional los académicos y talentos que poco a poco empiezan a surgir. No todo es malo en esta ecuación.

Pero sí, aquí se cumple ese refrán que reza: “El niño que llora y la mamá que lo pellizca”. Hay un problema grave con la prensa, pero con los valores que estamos resaltando y alimentando como ciudadanía también, y la calle nos lo está gritando desde hace rato, solo que elegimos no verlo.

Tantas familias desmembradas, disfuncionales, personas violentas, depresivas, suicidios, instituciones que no funcionan... todo es un círculo que siempre se termina conectando donde empieza, y nadie está prestando atención, o al menos, eso parece.

Es importante que todos asumamos responsabilidades y cargas. Si un programa, periódico, espacio, o podcast existe, es porque de un lado está el empresario que lo crea o permite, y del otro lado una audiencia que lo compra, sintoniza o aplaude. Se alimentan el uno del otro.

No podemos con un “influencer” más.

Necesitamos son referentes ¡y con urgencia! Puerto Rico, es hora de hacerlo mejor. ¡Hasta la próxima!